Javier, a deeply beloved husband, father, grandfather, brother, and friend passed away peacefully at his home on August 15, 2009. His close family surrounded him as he left our world and was embraced by his loved ones who preceded, and the Lord. Although he will be truly missed by many, his memory will live on endlessly.
Javier was born in Mexico City on June 15, 1955, to Eulalia Victoria Perez and Angel Victoria Carrizosa, both originally from the Mexico state of Oaxaca. His father excelled in cultivating the earth, and his mother was an exceptional stay at home mom for Javier and his 4 brothers and 7 sisters. Both of Javier’s parents were hard workers who always kept present the importance of family, and passed these wonderful principles on to all of their children.
Javier obtained his love for the arts through his father, a talented poet and avid reader. Javier’s father was also a groundskeeper for the many foreign consulates based in Mexico City. As a young boy, Javier would accompany his father to work and was thrilled at the opportunity to interact with people from all over the world. He was exposed to different forms of art; including music, dance, and literature which he loved to absorb and discuss with other fellow art lovers, including his dad.
His mother, Eulalia, was the core of the household and she emitted an abundance of strength to all of her children. He, in turn, emitted all of this strength to so many people who he came across in his time with us. Javier was joyful, loving, caring, and with a heart bigger than his physical body could ever hold.
Javier fell head over heels for Silvia, who he spotted in a bowling alley in Mexico City and he creatively wooed her. His efforts were successful, and the seed for what would be a 28-year long marriage was planted, they married on November 27, 1980. Javier and Silvia pursued the American dream, and traveled to the U.S., settling in Oxnard, CA. Both Javier and Silvia brought with them their love for their culture, and continued cultivating this with their own children. Javier loved to dance with Silvia to all styles of music: rock and roll, danzon, cumbia, or salsa. You name it and they were both up there, magically dancing throughout the dance floor as others would rejoice in watching them loving and enjoying one another.
Javier was always extremely proud of his Oaxacan heritage and was overjoyed and moved by the richness of the Mexican folklore. After his father’s passing, Javier had always dreamed of traveling back to Oaxaca, and he was able to do this and was accompanied by some of his siblings. During this joyous and emotional trip, he happily engulfed himself in its people, its art, and most of all its food.
Javier loved to share his love through cooking; he enjoyed calling up friends and family for no good reason other than to spend some time together, over some great food and lots of laughs. One of his many specialties included his Shrimp Cocktail, a savory concoction of ingredients, which his loved ones would help prepare, and because of him, became a family staple for hot summer days. His cuisine became another outlet to share his love and gather many around him, and paved the way to form rich memories.
A day with Javier could mean so many things, it could be gardening his cactus, which he meticulously cared for. It could be watching the Mexico soccer team play while having some great food; it could be sitting in the front yard or his garage talking about history while listening to Elvis, or dancing with him at one of the many family parties. Yet whether you met him at work, at a store, through mutual friends, or his family, he became part of your friends, and would always make you feel like his family.
We love you, and we will miss you.
Javier, un esposo, padre, abuelo, hermano y amigo muy amado, falleció tranquilamente en su hogar el 15 de agosto del 2009. Sus familiares más cercanos lo rodeaban mientras que dejaba nuestro mundo y fuese recibido por sus seres queridos quienes lo precedieron y los brazos del Señor. Verdaderamente se le extrañara, y su memoria vivirá infinitamente.
Javier nació en la Ciudad de México el 15 de junio de 1955, hijo de Eulalia Victoria Perez y Angel Victoria Carrizosa; ambos originarios del estado de Oaxaca en México. Su padre sobresalió en la cultivación de la tierra y su madre era un ama de casa excepcional quien cuidó de Javier, sus cuatro hermanos y siete hermanas. Ambos padres de Javier fueron muy trabajadores y siempre tomaban en cuenta la importancia de la familia y les inculcaron estos maravillosos principios a todos sus hijos.
Javier obtuvo su amor por las artes por medio de su padre quien fue un poeta talentoso y un lector voraz. El padre de Javier también fue el encargado de los jardines de varios consulados extranjeros basados en la Ciudad de México. De niño, Javier acompañaba a su padre a trabajar y le encantaba la oportunidad de relacionarse con gente de todas partes del mundo. Fue expuesto a varias formas de arte lo cual incluye; la música, el baile y la literatura, la cual le gustaba discutir con otros compañeros entusiastas del arte, incluyendo a su padre.
Su madre Eulalia fue el corazón de la familia quien emitía una gran abundancia de fortaleza a todos sus hijos. Él, a su vez, emitía todo esta fortaleza a muchísima gente que conoció mientras estuvo con nosotros. Javier fue alegre, amoroso, cariñoso y tenía un corazón más grande que el cual pudiese caber en su cuerpo físicamente.
Javier se enamoró perdidamente de Silvia a quién vio y conquistó muy creativamente en un centro de boliche en la Ciudad de México. Su esfuerzo fue exitoso y se sembró la semilla para lo que se convertiría en un matrimonio de 28 años que se originó el 27 de noviembre de 1980. Javier y Silvia fueron en busca del sueño americano y viajaron a los Estados Unidos de América donde se establecieron en Oxnard, CA. Javier y Silvia trajeron su amor por su cultura y continuaron cultivando esto con sus propios hijos. A Javier le encantaba bailar con Silvia a todo tipo de música: Rock and Roll, danzón, cumbia y salsa. No importaba lo que fuera, ambos estaban ahí bailando mágicamente por toda la pista de baile mientras que otros se regocijaban tan solo con verlos amarse y disfrutarse el uno al otro.
Javier siempre se enorgulleció de sus raíces Oaxaqueñas. Se alegraba y le llegaba al corazón toda la riqueza de las costumbres Mexicanas. Después de que falleció su padre, Javier siempre soñó con viajar a Oaxaca. Él logró esto en compañía de algunos de sus hermanos. Durante este viaje tan alegre y conmovedor, él se envolvió felizmente en su gente, su arte y sobre todo, en su comida.
A Javier le encantaba compartir su amor a través de preparar comidas. Disfrutaba llamar a sus amistades y familiares sin tener algún motivo especifico más que el deseo de compartir unos momentos juntos, disfrutar de una comida deliciosa y compartir muchas rizas. Una de sus especialidades incluye el cóctel de camarón; una sabrosa mezcla de ingredientes que sus seres queridos le ayudaban a preparar y que por él, se convirtió en un platillo regular durante los días calurosos del verano. Su arte de cocinar se convirtió en otra manera en la cual podía compartir su amor, reunir a muchos y crear un camino para crear memorias significantes.
Un día con Javier podría significar muchas cosas. Podría ser encargándose de sus cactus que cuidaba tan meticulosamente. Podría ser viendo un partido de fútbol del equipo de México mientras disfrutaba de una comida deliciosa. Podría ser sentado en el jardín delantero o en su cochera hablando acerca de la historia y a la vez escuchando música de Elvis o podría ser bailando con él en una de las varias fiestas familiares.
Sin importar si lo conocieron en el trabajo, la tienda, o por parte de alguna amistad o su familia, él seguramente se integró como parte de sus amigos y siempre los hizo sentir como parte de su familia.
Te amamos y te extrañamos.